jueves, diciembre 23, 2010

El cielo no es suficiente -Uno de tantos fragmentos-

No hubo nada más en esos momentos que la suavidad de aquellos labios. Hubiera deseado demostrar algo en aquel beso, quizás llegar más allá de un simple rose de labios... pero no pudo. Sintió como su cuerpo se congelaba, buscando el delicioso sabor de la reina, pero sólo encontro una cercania, una suave pero constante respiración sobre su rostro... ¿Por qué se afanaba tanto en no ser ella? ¿Por qué la reina de los malditos debia ser más humana que los mismisimos mortales?

Sintió como se separaba y acariciaba sus labios, regalandole esa sonrisa que le recordo los años que estuvieron juntos... sin estarlo realmente. Él no pudo imitarla, simplemente mirandola profundamente con sus ojos esmeralda. ¿Por qué no mostraba su verdadero y majestuoso ser? Demasiadas preguntas. Pero ya no le sorprendian. Éstas siempre rodeaban a Angela Ichihara. Un ser de la noche misterioso, oculto, con más mascaras que él mismo.

Después de pedir una disculpa... le tomó el rostro, mirándole maternalmente. Ahi estaba, ahi estaba como el primer día que la conocio, a los pies de su castillo. Golpeado, destruido del corazón, hambriento no solamente en cuerpo sino en alma.


--Flashback--


Abrió los ojos... éstos eran rojos, contrastando con el rojo de la sangre que empapaba su rostro. No recordaba ya que había hecho hasta llegar ahi, a la puerta de una enorme... ¿Mansión? ¿Castillo? No podia apreciarla bien desde donde se encontraba. Pero era lo que menos le importaba ahora. Había encontrado un sitio habitado y eso significaba saciar la sed de vitae.

De pronto la puerta se abrió. Y lo primero que vio fueron unos hermosos y delgados tobillos color leche. Siguió subiendo pero sólo se encontró con un pantalón negro, de finas telas. Terminó el viaje de aquella hermosa mujer vestida como si fuera un hombre, hasta toparse con sus ojos apacibles, algo sorprendidos por el pequeño "regalo" que estaba tirado en la entrada de su hogar.

No recordaba demasiado, como si su mente hubiera bloqueado aquello. Demasiada piedad, compasión y amor en una vampiresa tan poderosa debia ser un pecado. Jamás pudo afrontar aquella verdad... mientras se colocaba la ropa que la mujer le había prestado después de asearse pensaba que ella debia tener un lado salvaje, una bestia... poderosa, tan poderosa que había podido lidiar con él como si fuera un chiquillo revoltoso. Como su madre. Además jamás podria aceptar la forma en la que se desvivió en sus brazos, llorando como jamás lo había hecho, contandole sus penas a aquella extraña de naturaleza enigmatica.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando ella toco la puerta de la elegante habitación que le había prestado.

- Adelante...

Como si bailara, con una gracia divina y encantadora aquella mujer entró al sitio. Su cabello, negro como el ala de un cuervo, se agitaba como si tuviera vida propia. Su piel blanquesina y perfecta llamó sobre todo su atención. Pero lo que vino después le saco de las cabilaciones.

- ¡Oh
my darling! Tus ojos son de un bonito verde.

--Fin del Flashback--


¿Por qué precisamente había recordado esa parte? Ella no dejó que su mirada escapara, obligandole a tenerle cerca. Escuchó sus sabias palabras y dejó que le regalara un segundo beso, cerrando suavemente los ojos, hasta que la sintió separarse, como si fuera un sueño como muchos que había tenido. Quiso levantar la mano y detenerla. Pero no... ya no. Se levantó de la misma forma, entre abriendo sus ojos esmeralda, mirandola con la clásica indiferencia que generalmente le inundaba en la normalidad de la vida diaria.

- Tienes razón... No me perdones. No es necesario que te oculte nada... Te haré volver, a mi forma. Lo prometo.

Tomó la mano de su reina blanca y deposito un beso ahí, sintiendo la suavidad de aquel dorso adorado, donde muchos caballeros han deseado besar. Parecia una despedida... una rapida y tranquila despedida.